Despierto
y es otro día,
el
sol me muestra las cosas
más
claras,
como
si se hubieran vuelto
nítidas
durante la noche.
No
vas a leer este poema,
no
vas a saber
ni
siquiera que lo escribo.
El
viento mueve las hojas
de
las plantas
con
tanta fuerza
que
no sé.
Quiero
salvarlas a todas,
pero
puedo quedarme quieta
y
esperar
que
el destino sea lo que es.
Y
cuando la voz del poema
te
hable,
no
digas nada.
No
sabés lo poderosa
que
puede ser la tierra
cuando
recibe.
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