Todavía
no pasaron años,
no
sabemos de las dimensiones de las cosas.
Ahora,
quiero mirarlo
como
si recién lo viera,
medir
el volumen de una velocidad posible.
Cuando
dormimos juntos
no
tengo bordes,
despierto,
miro mi cuerpo.
Esta
mañana me pareció que no lo conocía.
Podría
tratarse de eso.
No
saber nada, tocarlo como si no viera
quién
es. Quién soy.
¿Soy
la misma de todos los días?
Hay
un lugar al que no podría volver.
Ya
vi mi piedra, bruta,
ya
vi lo que desaparece
y
otra vez me llama.
No
hay piedra más preciosa que esta,
bruta
porque amar
es
el gesto torpe de un movimiento animal.
Vamos
a la forma que no fue tocada,
tocarlo
para querer no haberlo hecho,
que
no le conozca la voz
que
no sepa el ritmo de su respiración.
Que
no sepa que la piedra
guarda
lo que se olvida,
la
información secreta de las estrellas.
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