Hay algo que
no se pierde.
Pero el otro
día, mientras mi hermana
caminaba por
la vereda
por primera
vez con nieve para nosotras,
le vi el
paso, igual,
como si
llevara tus pies, mamá.
Debe ser por
eso que a veces tengo tanto miedo.
Pero hay algo
que no se pierde, me digo,
y sé que
puedo conquistar el cielo.
Quiero creer
que ese resto de aire
que dejo
salir cuando estoy riendo
como si fuera
un pequeño grito, es una marca del goce,
un agudo que
suena a tu risa.
Hay algo que
no se pierde,
¡buen día!
les dejo pan para tostadas
y mermelada
casera,
hasta luego,
besos ma.
Hay algo,
diría
esta vez que
te escribo veo el cielo
por ejemplo,
más claro.
Es mentira,
si está nublado, igual
puedo ver el
cielo que tenga ganas de ver.
¿Hay apuro?
decime mamá,
¿tengo que llegar ahora a alguna parte?
¿tengo que
olvidar algo? ¿es necesario?
¿tengo que
perderlo? ¿hacer de cuenta que no amé nunca?
No sé, a
veces lo que extraño no es visible,
no hay una
escena.
¿Es real
entonces,
que no haya
rastros?
¿La única
forma de volver a amar es esa?
Lo que se
pierde
no sé si te
dije,
es lo que
renovado vuelve.
Y podría no
ser un sacrificio.
¿Estás
cerca?, tu alma, digo, ¿tanto
como para
verme?
¿para
celebrar conmigo la posibilidad
de haber
perdido lo que perdimos,
para ahora,
yo
recibir esta
vida?
Hay una mano,
casi desconocida,
que podría
tocarme.
Hay algo que
no se pierde.
No hay comentarios:
Publicar un comentario