sábado, 10 de mayo de 2014

Nacimiento

Le pregunté a la abuela
por el día de mi nacimiento.
¿Qué hacías cuando tu hija
se convertía en madre?
Ella se acomoda el volado
de la camisa de domingo
ese azul, ahora gastado
por el sol de las tardes
sentada en la vereda.
Hace un movimiento con los ojos
uno que no puedo seguir
se queda quieta en la virgen
esa, que cambia de color
con el clima.
La virgen está violeta
es la humedad, va a llover.
Me acuerdo
del día en que me enteré
que al nacer mamá
la abuela casi se muere.
La partera se asustó
mamá nació en una sala de hospital
y la abuela temblaba.
Me contaron que el médico
le preguntó a mi abuelo
a quién salvamos
a las dos, respondió.
Claro que a las dos, dijo
como excusándose.
Y cada vez que lo cuenta
es lo mismo.
Como si aún tuviera
una culpa
por haber tomado
ese riesgo ineludible
de quererlo todo. 

domingo, 4 de mayo de 2014

Trampolín


Desde la ventana del colectivo
al llegar a la ciudad
veo cruzando el cielo un avión.
Es temprano
y su contorno se mezcla
con el blanco de la niebla.
Me detengo a mirarlo pasar
la ruta avanza
el cielo también.
La línea que deja
es una escarcha
que dibuja trazos
que son rastros
en medio de la velocidad.
La superficie lisa
cada vez más celeste del cielo
me recuerda la vista
del agua desde el trampolín.
Mi hermana ya en la pileta
el club casi vacío a esa hora
y yo con el miedo
entre el vapor y la humedad.
Estoy en el borde
a la espera del salto
que no suene el silbato aún
miro el agua, la veo tan cristalina
y abajo
los azulejos brillantes
y ese calor en el cuerpo
ese calor de la proximidad.
Detenida, puedo ver hasta el aire
sobre mi piel
como lo hondo de una tormenta
que enciende el cielo
o la estela

del salto de un avión.

miércoles, 9 de abril de 2014

Feriado

A esta hora de la mañana
no hay nadie en la calle
salvo una o dos bicicletas
que van lento
salvo ese carro de caballos
que recién pasa
salvo las macetas
que sobreviven al invierno.
Paso por la puerta de una escuela.
No es la 63 de la calle Vicente López
no puede serlo porque estoy en otra ciudad.
Es otra escuela pero la puerta
es casi la misma
los barrotes pintados de amarillo
el patio al frente.
La abuela el otro día dijo
mientras mi hermana y yo
la mirábamos abrir los ojos
como si estuviera viendo
una virgen llorar,
que los actos escolares
le llenaban el alma.
El pecho de mi abuela se abre
ella tuvo el alma llena como un globo.
Siempre en primera fila
el peinado de rulos y fijador
impecable.
Mamá sacando fotos
con esa cámara vieja
que hacía ruido con el flash.
Yo vestida de patria
el pelo suelto
y un gorro de papel crepe.
En ninguna de las fotos
miro a la cámara.
Estoy seria, con la mirada perdida
sobre las tablas de madera
del escenario en el gimnasio escolar.
Al lado mío está Jesica
tan alta que no me acuerdo
del color de sus ojos.
No hay nadie en la calle
a esta hora de la mañana
solo esta luz pálida
sobre el carro vencido de los caballos
su madera resplandece
como el alma llena de mi abuela.

miércoles, 26 de febrero de 2014

Casas



Al mudarnos
mi hermana y yo
dividimos las pertenencias.
Algunas cosas
pasan a ser necesarias
y otras imprescindibles
según nuestro estado de ánimo.
Nos mudamos ya muchas veces
más de las que hubiéramos querido.
No quiero el microondas
ni la cafetera ni los platos.
Quiero llevarme lo mínimo.
Tampoco el cuadrito de rosas bordadas
ni los candelabros.
Me gustan las velas
pero no los candelabros.
La casa que compartimos en Buenos Aires
se llenó de la casa que vaciamos
en Bahía, después de tu muerte.
Ahora vaciamos otra vez la casa
para mudarnos cada una sola.
Esta mañana
volví a mirar la puerta redonda del lavarropas.
Ese, que no terminaste de pagar
porque tu vida terminó antes.
Mamá
ahora, un día como hoy
en que decido no ir al trabajo
porque llueve
porque quiero dejarlo
al trabajo, a él.
Pienso
qué voy a hacer
si me enamoro.
¿Habrá lugar algún día
en alguna de mis casas
para nuestros objetos
todos, bajo un mismo techo?
Los días pasan
y yo rondo la punta de la pregunta.
Hoy
por ejemplo
poder decir no, y hacer
un hueco de luz
adentro de la casa
que huele a mi
llena de las plantas verdes
que crecen
porque cuando estoy triste
trabajo con mis manos su tierra
y las dos nos transformamos
en un acto de iniciación.
Ahora
mientras las tostadas
crujen al calor
de la tostadora
que en la repartición fue mía
pienso en las tostadas que me hacías
pienso en tu felicidad
al comprar la tostadora eléctrica
la llegada de la tecnología
la promesa de la buena vida
que siempre esperaste
y nunca llegó.
Qué dirías mamá
si supieras que ya no tomo más café
ni como más carne
que lloro cada vez menos
que nunca volví al cementerio
que vivo sola con mi gata
que sufro por amor
que no estás para escuchar
que creo haber olvidado
tus olores
que sólo queda esa permanencia
sutil

en los objetos.




lunes, 10 de febrero de 2014

Nico

Los frutos
nuevos
bajo esta luz fucsia encendida
de la tarde
surcan el bosque.
El sol
empuja el verde de las plantas.
Este furioso rojo del cielo
parece un grito.
Recién terminó la tormenta.
La humedad
hace brotar del suelo caracoles
y llega de repente el llamado
que me dice que te fuiste
que una infección
que el hospital
que recién.
En medio del silencio
el cielo parece ahora
el color de tus ojos cerrados.
Y pienso
si todos tendremos
ese destello fucsia en los ojos
antes de morir.










miércoles, 5 de febrero de 2014

Caminata


Los nísperos
sobre los cercos del camino
marcaban el buen augurio
de las casas
en los corrales.
Sobre el tramado horizontal
a lo largo del campo
casi vacío
crecen estos frutos naranjas
que parecen guirnaldas de luz.
Los brotes están en flor.
Nuestros pies arrastran
el polvo que se desprende
de la tierra seca.
Seguimos la línea
que raja el cielo despejado
tan celeste.
El sol estalla en el suelo.
Es el primer día del verano
y esa es nuestra única certeza.










martes, 28 de enero de 2014

Visión


Ya no recuerdo sus ojos
pero sí
cómo la luz de la mañana
le daba justo en las pupilas.
La foto colgada
ahí, en el cuadrito sobre el sillón
con mantas de flores
de la casa de mis abuelos.
Ese cuadrito
lo armamos con mi hermana
como regalo
para una de las primeras navidades sin ella.
A la hora de la siesta
fuimos a la caja de fotos
y elegimos varias.
Queríamos usar todas
en las que mamá sonreía.
El cuadrito quedó como un collage
de imágenes de verano.
En algunas de las fotos
mamá aparece con papá
él la mira, ella
apenas le toma la mano
y su mirada no va al foco de la cámara
sino hacia algún otro lugar.
En otras está con la abuela en la playa
las dos usan lentes de sol
enormes color carey.
Hay una en la que mamá
está sentada con el abuelo
en sillas grandes de jardín
en la entrada de la casa.
Ahí jugaban a elegir un color
y contar los autos que pasaban
del color de cada uno.
Ganaba quien más autos sumara.
El abuelo me dijo
que su secreto era
elegir siempre el blanco.
Hay más autos blancos
que de cualquier otro color.
En la foto de los ojos
está ella en el patio
con una camisa roja suelta
y unos jeans claros
está bailando al lado de unas rosas
que casi la abrazan.
En los ojos retiene algo
en el centro, un punto blanco
eso, que no se pierde nunca.