miércoles, 28 de octubre de 2015

Sur


No iba a poder 
controlar todo.
Lo supe la tarde en que el mar subió
en una ola 
alta hasta nosotros.
Alcanzó las piernas las caderas
la cintura al sol
los libros los papeles 
el lápiz los dibujos.
El mar 
una belleza incomparable
que podía llevarme hundida.
No era el agua
no era la ola
no era la arena infinita.
Era el recuerdo de un miedo 
nunca antes visto.
Lo único que controlo
no tiene nombre
pero es mío.




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