jueves, 10 de noviembre de 2016

Adonde haya un río

Supe de cosas que iba a querer hacer sola.
Presenciar la noche y su luz apagada
huir de las estrellas
palpar la textura de los bichos muertos
tocar el agua cuando hierve
dorarme la piel al sol
como si fuera el cuero
de los animales del desierto,
entibiar la leche de un hijo
salir corriendo sin rumbo
adorar mi desnudez
subirme al auto y darle arranque,
llevarme adonde haya un río.
Detenerme en la oscuridad
no ver nada por un rato,
amamantar
llorar con volumen alto
hasta quedarme sin escucha.
Soltar la mano de mamá
salir sin heridas
sangrar sin cicatriz.
Supe que no habría nadie más
que este corazón mío que late
y mi silencio para oírlo quedarse
cerca,
como un maullido
como una luz que no encandila.



miércoles, 28 de septiembre de 2016

Faro

A Julián

Estás de  pie. 
Firme junto al suelo
abrís tus manos
chiquitas 
recién desprendidas.
Un intento de tocar del todo
al aire
para llegar
a ese tumulto hermoso
que arma la luz 
con lo invisible.
Un pasadizo secreto
en ese halo blanco y amarillo
que sale disparado por la ventana.
El aire con el sol
tiene un cuerpo,
te veo estirar los dedos
para alcanzarlo. 
La materia está por aparecer.
Quiero volver
a ese estado
en el que nada nos detiene
si vamos hacia la luz.


sábado, 23 de julio de 2016

La planta

No íbamos a saber 
de la fuerza del olivo
hasta probar sus frutos, 
carnosos y llenos de sal.
Hasta sentir, adentro del cuerpo
la línea viva
como un néctar negro de planta
que recuerda un camino.
No íbamos a saber 
de la forma del alma
hasta abandonarnos a ella.
El futuro se deshacía.
¿Te olvidaste de las flores?
Yo no, yo nunca
ni una sola vez 
dejé de mirar sus pétalos.
No íbamos a saber de la muerte
sin antes morir con nosotros.
El cuerpo 
se había vuelto verde
era una piedra 
que dejó entrar al agua
lo que veíamos era el fondo de las cosas
el tallo terso
el brote limpio.
No íbamos a saber 
la precisión de sus colores 
hasta asomarnos a la luz.


domingo, 17 de julio de 2016

Revelación


Me mostró su corazón.
En las láminas
era un fruto
sobre esas placas que ahora
vienen en color.
Estaba ahí, rojo quieto
pero vivo,
sus venas eran raíces.
Latía en el tejido una fuente.
Los surcos partían desde el centro.
El tumor no lo tocó.
En la foto está intacto.
Tampoco a la médula
que es lo primero que late.
La forma que tenemos
antes de venir al mundo.
Me mostró su corazón 
abierto, brotaban sus colores
en ramas como un árbol.
Pedimos por él
en el más profundo secreto.


domingo, 10 de julio de 2016

Floración

Salieron tiernas las uvas
y eso que yo apenas
me atreví a mirarlas,
y eso que apenas les había visto ese sopor
del jugo cuando está por rebalsar,
un vino dulce en la nueva floración.
Hoy metí los pies 
en el agua fría del mar de julio
su temperatura era una flecha,
habíamos decidido ser felices
las plantas se abrían como las flores
las uvas chorreaban en primavera
y había que soportar la felicidad
con el heroísmo y la permanencia de los caracoles.













jueves, 23 de junio de 2016

Futuro


Podría ser que no fuera el invierno
las hojas o su sequía.
Podría ser que no fuera
más que un error
del que no teníamos idea.
Un error que no habíamos imaginado
como quien planta una semilla
y olvida el nombre y lo que nace.
No vimos al viento llevarse todo.
Era la marca que íbamos dejando
un surco en la tierra
una manera de no morir.
Desenterrar un bulbo
y preferir que espere
congelarlo
para que el tiempo
sea un punto quieto
que nos obedece.
Mucho más que el campo
que la arena
mucho más que el cielo,
así de grande
era lo que no vimos venir.
Podría ser que amo
las flores tal como nacen
podría ser que voy a evitar
doler siempre
aunque eso no sea posible.
Dejamos la bendición,
era un fruto
que no vimos desaparecer
era la potencia
terrible de la niebla
que tapaba los brotes salvajes. 


martes, 14 de junio de 2016

El jardín de adentro

No te había contado
del día en que vi un muerto
por primera vez,
hasta que vino la escarcha
a mostrar su filo
su marca tiesa.
No había dicho nada
de ese miedo acorralado
como un lobo al acecho.
Y no llegó a ser una hora
el tiempo
que nos tuvimos ahí sentados
uno frente al otro.
Vos me mirabas
como quien mira algo ajeno.
Ninguno dijo la palabra fin.
Medí el tiempo
con la luz que daba
sobre los árboles, 
que seguía siendo la misma.
Había entre nosotros un cuerpo vacío. 
Pudo ser una despedida
y no la vimos.
Nada de lo que vivíamos
se parecía ya al dolor
y eso también dolía.
Aunque tengamos esa luz
en las plantas
más rojas de junio,
esa luz sobre el jardín de adentro,
tampoco morimos.